El
caso que voy a proceder a describir se
ubica en un centro educativo infantil de
niños en edades comprendidas de cero a tres años. En concreto, el aula
observada tiene niños de 2 - 3 años, y son en total 17 niños, entre los que hay
un niño que presenta NEE (lo llamaremos
Mikel).
ESCENARIO
DE LA ACTIVIDAD
El
escenario donde se lleva a cabo la actividad es el aula. En ésta, con bastante
anterioridad, la maestra ha preparado los materiales que se van a emplear para
la realización de la actividad. Ésta será una actividad plástica, en la que un
grupo pequeño de niños pintará con distintos utensilios:
-
brochas
-
pinturas de
colores varios
-
platitos en los
que depositar la pintura
-
rodillos
-
pinceles
-
batas
-
esponjas
-
mantel para la
mesa
-
purpurina
Los
padres, a su vez, me dan distintas informaciones; hoy Sergio no ha dormido
bien, más bien poco porque se quedaron hasta tarde por un cumpleaños al que
asistieron; Lucía tiene cita con el pediatra y vendrá su madre a recogerla un
poco antes,…..
Cuando
los niños han acabado de realizar sus hábitos, y están preparados para ir a la
sala de psico de la mano de la otra educadora, los niños que van a
realizar la actividad en el aula se van
preparando poniéndose la bata y sentándose alrededor de la mesa, ya preparada. Esta actividad la realizarán 6 niñas, es decir, en pequeño grupo.
Una
vez que se han sentado, la maestra coloca el material en la mesa; los platos
contienen la pintura, (que sitúa en el centro de la mesa para que todos puedan
acceder) y les da una brocha a cada uno de los alumnos. Antes de comenzar la
actividad, se les explica las normas sencillas (no interrumpir la actividad al
compañero o molestarlo, no pintar las sillas sino el papel de la mesa, si se
quiere otra vez más color se pide a la maestra, etc), y a continuación empieza
la actividad.
Las
niñas continúan pintando tranquilamente,
cada una de ellas concentrada en su tarea. De fondo suena una música tranquila,
y pienso que eso les hace que su estado de ánimo se muestre de manera relajada
e incita a seguir así durante el tiempo que dure su actividad. Poco a poco, sin
apenas darse cuenta, alguna de ellas habla en voz alta para sí misma sobre lo
que le gusta pintar, por lo que este hecho hace que otra alumna se una a ella y
le responda afirmativamente, enlazando su conversación. Sutilmente, se da otro
espacio de silencio que da pie a que otra niña, muy tímida para entablar
conversaciones con otros, exprese de manera animada y señalando su dibujo la
alegría que le proporciona esta actividad, ya que en su casa también pinta
mucho, y lo hace saber a sus compañeras; éstas miran hacia el dibujo que hace,
lo observan y afirman que les gusta, pero inmediatamente vuelven su atención a
lo que están pintando.
Una
de ellas, Abril, se da cuenta que, pintando con el rodillo, se pinta la mano, y
deja el rodillo a un lado para observarlo, aunque minutos después sigue
pintando. Otra niña (Azucena) presiona el rodillo en la pintura naranja durante
unos segundos, observa que se ha manchado y con el dedo se intenta quitar la
mancha. Poco después, sigue pintando.
En
cuanto al ambiente de grupo, comparten un mismo espacio y también el material
(el plato donde está la pintura lo comparten entre dos).
Una
de las niñas (Gisela) prueba la pintura y al no gustarle el sabor no vuelve a
intentarlo. Mientras tanto, Abril se pone a tararear una canción mientras pasa
el rodillo por su espacio de papel, lo levanta y llama la atención de la
maestra para que vea lo que está haciendo.
Por
otra parte, Azucena, en cuanto se percata que no tiene más pintura en su plato,
se inclina para coger del otro plato de sus otras de sus compañeras, y dice: “¡Mira!”, intentando llamar la atención
de la maestra para que observe que ha cogido pintura, y se dispone a seguir
pintando en el espacio de otra compañera, a la vez que tararea una canción;
Marina, que lo observa, le dice tranquilamente: “A la meua no”, por lo que Azucena vuelve a tu sitio y continúa. La maestra, observando la escena grupal, les dice que lo que están haciendo está quedando muy bonito. Se oyen tarareos de Abril mientras pinta.
La
maestra les enuncia que pueden pintar por todo el espacio, pero no interfiere
en cómo deben hacerlo.
Enseguida,
Azucena se da cuenta de los espacios en blanco y pasa su rodillo por ahí: “¡Mira!”, exclama una alumna.
Sigue
la maestra preguntándoles el color con el que están pintando, y si quieren que
ponga más cantidad de colores, a lo que todas responden que sí, más colores. Aisha
suele ser más tímida y sigue pintando sin decir nada ni interactuar con nadie.
Azucena
tararea una canción mientras pinta, y cuando observa el dibujo que está
haciendo Rosa, al poco exclama: “Ui, què bonic!!”, a lo que ésta le
sonríe.
De
repente, Abril imprime su mano en la pintura y, observando cómo queda su mano
pintada, Azucena repite lo mismo. Abril se pinta más, si cabe, la mano y Marina
les copia. El resto de compañeras sigue atareada pintando con los rodillos.
La
maestra les pregunta si está fresquito y le responden sonriendo. Otra pregunta
que realiza es si está suave y ellas no le responde, debido a su grado de
concentración. Meten las manos en el plato y descubren sensaciones nuevas.
Las
tres niñas imprimen sus manos en el papel
y se dan cuenta de las posibilidades que esta manera de pintar les
ofrece.
Abril
moja sus manos en pintura y las enseña a su maestra. Ésta les dice que pueden
estampar sus manos en el papel y así lo hacen dos de ellas.
Otras dos niñas siguen pintando con sendos rodillos, ya que no les interesa “ensuciarse” las manos. La maestra les pregunta si les gusta hacerlo, y acto seguido las niñas vuelven a plasmar sus manos. Al no tener más pintura en la mano, coge su rodillo y se la pinta. Aisha mira impasible la escena, pero al cabo de pocos minutos después sigue con su tarea, haciendo caso omiso cuando la maestra le pregunta si quiere también pintar con las manos. Mientras, Rosa sigue pintando con su rodillo, concentrada en su quehacer. Aisha pronto se cansa de pintar y anuncia a la maestra que ha terminado, y se va con ésta a lavarse las manos y parte de la cara que tiene manchadas, se quita la bata y se dirige a la zona de juegos del patio interior.
Al
cabo de unos minutos, Azucena mete la mano dentro del plato de pintura,
sintiendo que le produce placer sentir
la mano mojada y pudiendo manipular a su antojo; al momento, esparce
rítmicamente y sin prisa, de manera circular, la pintura por todo el espacio,
sin invadir el de otros, repitiendo la operación varias veces. Sus compañeras
siguen pintando ajenas a lo que hace ella. Marina da golpecitos en la pintura
que ha agolpado en un rincón para que se quede en ese espacio, y Abril sigue
estampando con sus manos; Rosa sigue con el rodillo y Gisela parece que ha
finalizado su tarea, aunque no se decide.
La
maestra ofrece purpurina y varios materiales más, que ellas aceptan encantadas
y animadas. Al cabo de poco, recogen el material para lavarlo y van pasando progresivamente
a lavarse, quitarse las batas, guardar el material sobrante para otra ocasión y
dispuestas a seguir jugando.
A raíz de este caso que he analizado de
clase, las competencias que corresponden
a este caso son las siguientes:
Principalmente,
identifica sus propias creencias y concepciones, pero para comprobarlo lo
realiza mediante una práctica educativa y las posibilidades de juego y
desarrollo a la hora de realizar una actividad en pequeño grupo, y contrastando
lo que de ésta se extrae y llegando a unas conclusiones.
Por
otra parte, reflexiona sobre los hechos que se han producido y obtiene sus
propias conclusiones, para (en un futuro) poderlas mejorar, como proyecto de
mejora.
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