domingo, 31 de marzo de 2013

Día de observación en clase, partiendo del caso de Susana.


El caso que voy a proceder a describir  se ubica en un centro educativo infantil  de niños en edades comprendidas de cero a tres años. En concreto, el aula observada tiene niños de 2 - 3 años, y son en total 17 niños, entre los que hay un niño que presenta NEE  (lo llamaremos Mikel).

 
ESCENARIO DE LA ACTIVIDAD

El escenario donde se lleva a cabo la actividad es el aula. En ésta, con bastante anterioridad, la maestra ha preparado los materiales que se van a emplear para la realización de la actividad. Ésta será una actividad plástica, en la que un grupo pequeño de niños pintará con distintos utensilios:

-          brochas

-          pinturas de colores varios

-          platitos en los que depositar la pintura

-          rodillos

-          pinceles

-          batas

-          esponjas

-          mantel para la mesa

-          purpurina

 En el día de hoy, vamos a llevar a cabo dos actividades, que realizaremos en pequeño grupo: hay 16 niños, de los cuales la mitad irá a realizar una actividad al aula de psicomotricidad, y la otra mitad se quedará en clase para la realización de la actividad programada del día.

 Hemos comenzado el día con la llegada de los niños a la clase;  poco a poco, van llegando los niños a clase, acompañados de sus padres, y a los que animadamente voy saludando cariñosamente y acogiendo, aún no todos están despiertos y otros tienen restos de migas de su desayuno; Almudena  tenía ganas de venir y se despide de su madre con energía y deprisa, para entrar a jugar a los puzzles con los demás niños; Pablo (primo de Almudena) la ve y directamente entra sin despedirse de su madre; Inés, Marta y María acuden con su padre y efusivamente le dan un beso en la mejilla y les dicen que ya se pueden ir, que van a jugar con los otros;  Marc se muestra molesto y algo perezoso, y se refugia en el regazo de su padre antes de decidir dejarle ir (reclama su atención en ese momento), …..

Los padres, a su vez, me dan distintas informaciones; hoy Sergio no ha dormido bien, más bien poco porque se quedaron hasta tarde por un cumpleaños al que asistieron; Lucía tiene cita con el pediatra y vendrá su madre a recogerla un poco antes,…..

 De esta manera, paulatinamente, van llegando los niños,  hasta que llega la hora de cerrar, a las 9:30 h. Hoy, el único alumno que no ha acudido a clase es Mikel, porque está malito, según ha comunicado su madre a través de una llamada telefónica al centro escolar educativo.

Cuando los niños han acabado de realizar sus hábitos, y están preparados para ir a la sala de psico de la mano de la otra educadora, los niños que van a realizar  la actividad en el aula se van preparando poniéndose la bata y sentándose alrededor de la mesa, ya preparada.  Esta actividad la realizarán 6  niñas, es decir, en pequeño grupo.

Una vez que se han sentado, la maestra coloca el material en la mesa; los platos contienen la pintura, (que sitúa en el centro de la mesa para que todos puedan acceder) y les da una brocha a cada uno de los alumnos. Antes de comenzar la actividad, se les explica las normas sencillas (no interrumpir la actividad al compañero o molestarlo, no pintar las sillas sino el papel de la mesa, si se quiere otra vez más color se pide a la maestra, etc), y a continuación empieza la actividad.

 Las protagonistas son seis niñas (por supuesto, nombres inventados): Abril, Marina, Rosa, Azucena, Gisela, Aisha. Todas disfrutan de la actividad en silencio, casi parece que no hay alumnas en la clase; cogen el pincel, lo mojan de pintura, de vez en cuando lo mezclan con otro color y lo imprimen en el papel, tan fuerte que a veces se rompe. A pesar de las indicaciones de la maestra, de no estampar fuertemente el pincel contra el papel porque se puede romper, parece que su intento fracasa a la hora de la impresión.



 


Las niñas continúan  pintando tranquilamente, cada una de ellas concentrada en su tarea. De fondo suena una música tranquila, y pienso que eso les hace que su estado de ánimo se muestre de manera relajada e incita a seguir así durante el tiempo que dure su actividad. Poco a poco, sin apenas darse cuenta, alguna de ellas habla en voz alta para sí misma sobre lo que le gusta pintar, por lo que este hecho hace que otra alumna se una a ella y le responda afirmativamente, enlazando su conversación. Sutilmente, se da otro espacio de silencio que da pie a que otra niña, muy tímida para entablar conversaciones con otros, exprese de manera animada y señalando su dibujo la alegría que le proporciona esta actividad, ya que en su casa también pinta mucho, y lo hace saber a sus compañeras; éstas miran hacia el dibujo que hace, lo observan y afirman que les gusta, pero inmediatamente vuelven su atención a lo que están pintando.

Una de ellas, Abril, se da cuenta que, pintando con el rodillo, se pinta la mano, y deja el rodillo a un lado para observarlo, aunque minutos después sigue pintando. Otra niña (Azucena) presiona el rodillo en la pintura naranja durante unos segundos, observa que se ha manchado y con el dedo se intenta quitar la mancha. Poco después, sigue pintando.
 
En cuanto al ambiente de grupo, comparten un mismo espacio y también el material (el plato donde está la pintura lo comparten entre dos).

Una de las niñas (Gisela) prueba la pintura y al no gustarle el sabor no vuelve a intentarlo. Mientras tanto, Abril se pone a tararear una canción mientras pasa el rodillo por su espacio de papel, lo levanta y llama la atención de la maestra para que vea lo que está haciendo.
Por otra parte, Azucena, en cuanto se percata que no tiene más pintura en su plato, se inclina para coger del otro plato de sus otras de sus compañeras, y dice: “¡Mira!”, intentando llamar la atención de la maestra para que observe que ha cogido pintura, y se dispone a seguir pintando en el espacio de otra compañera, a la vez que tararea una canción; Marina, que lo observa, le dice tranquilamente: “A la meua no”, por lo que Azucena vuelve a tu sitio y continúa.





La maestra, observando la escena grupal, les dice que lo que están haciendo está quedando muy bonito. Se oyen tarareos de Abril mientras pinta.
La maestra les enuncia que pueden pintar por todo el espacio, pero no interfiere en cómo deben hacerlo.
Enseguida, Azucena se da cuenta de los espacios en blanco y pasa su rodillo por ahí: “¡Mira!”, exclama una alumna.
Sigue la maestra preguntándoles el color con el que están pintando, y si quieren que ponga más cantidad de colores, a lo que todas responden que sí, más colores. Aisha suele ser más tímida y sigue pintando sin decir nada ni interactuar con nadie.
Azucena tararea una canción mientras pinta, y cuando observa el dibujo que está haciendo Rosa,  al poco exclama: “Ui, què bonic!!”, a lo que ésta le sonríe.
De repente, Abril imprime su mano en la pintura y, observando cómo queda su mano pintada, Azucena repite lo mismo. Abril se pinta más, si cabe, la mano y Marina les copia. El resto de compañeras sigue atareada pintando con los rodillos.
La maestra les pregunta si está fresquito y le responden sonriendo. Otra pregunta que realiza es si está suave y ellas no le responde, debido a su grado de concentración. Meten las manos en el plato y descubren sensaciones nuevas.
Las tres niñas imprimen sus manos en el papel  y se dan cuenta de las posibilidades que esta manera de pintar les ofrece.

Abril moja sus manos en pintura y las enseña a su maestra. Ésta les dice que pueden estampar sus manos en el papel y así lo hacen dos de ellas.




















Otras dos niñas siguen pintando con sendos rodillos, ya que no les interesa “ensuciarse” las manos. La maestra les pregunta si les gusta hacerlo, y acto seguido las niñas vuelven a plasmar sus manos. Al no tener más pintura en la mano, coge su rodillo y se la pinta. Aisha mira impasible la escena, pero al cabo de pocos minutos después sigue con su tarea, haciendo caso omiso cuando la maestra le pregunta si quiere también pintar con las manos. Mientras,  Rosa sigue pintando con su rodillo, concentrada en su quehacer. Aisha pronto se cansa de pintar y anuncia a la maestra que ha terminado, y se va con ésta a lavarse las manos y parte de la cara que tiene manchadas, se quita la bata y se dirige  a la zona de juegos del patio interior.

Al cabo de unos minutos, Azucena mete la mano dentro del plato de pintura, sintiendo que  le produce placer sentir la mano mojada y pudiendo manipular a su antojo; al momento, esparce rítmicamente y sin prisa, de manera circular, la pintura por todo el espacio, sin invadir el de otros, repitiendo la operación varias veces. Sus compañeras siguen pintando ajenas a lo que hace ella. Marina da golpecitos en la pintura que ha agolpado en un rincón para que se quede en ese espacio, y Abril sigue estampando con sus manos; Rosa sigue con el rodillo y Gisela parece que ha finalizado su tarea, aunque no se decide.

La maestra ofrece purpurina y varios materiales más, que ellas aceptan encantadas y animadas. Al cabo de poco, recogen el material para lavarlo y van pasando progresivamente a lavarse, quitarse las batas, guardar el material sobrante para otra ocasión y dispuestas a seguir jugando.

 

 




 

 A  raíz de este caso que he analizado de clase,  las competencias que corresponden a este caso son las siguientes:
Principalmente, identifica sus propias creencias y concepciones, pero para comprobarlo lo realiza mediante una práctica educativa y las posibilidades de juego y desarrollo a la hora de realizar una actividad en pequeño grupo, y contrastando lo que de ésta se extrae y llegando a unas conclusiones.
Por otra parte, reflexiona sobre los hechos que se han producido y obtiene sus propias conclusiones, para (en un futuro) poderlas mejorar, como proyecto de mejora.

 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario